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Reflexiones sobre la práctica profesional del odontólogo en mercantiles

Ante los modelos emergentes de asistencia dental, basados en el trabajo del dentista por cuenta ajena, en muchas ocasiones en entidades mercantiles, franquicias o compañías aseguradoras y desde la constatación del creciente número de demandas que llegan al ICOEV procedentes de entidades con estas características, desde la Comisión de Ética y Mediación, se propone una reflexión sobre los compromisos que adquiere el dentista en su práctica profesional.

El dentista, como profesional sanitario y en cumplimiento del Código Ético, debe su  principal lealtad a los pacientes, y debe de anteponer  la salud general y bucodental de sus pacientes  a cualquier otra conveniencia. Por consiguien­te, el dentista, en el ejercicio de su profesión, dará preferencia a los intereses del enfermo so­bre cualesquiera otros, incluidos los propios, debiéndose abstener  de toda conduc­ta perjudicial hacia la vida y la salud de los pa­cientes, atendiéndoles conforme al conocimien­to científico del momento y situación. Es evidente que estos principios afectan a todos los profesionales, sea cual sea el ámbito en el que desarrolla su actividad profesional.

Sin embargo, hay algunos aspectos sobre los que convendría reflexionar, especialmente cuando el dentista trabaja para entidades mercantiles, franquicias u otro tipo de entidades.

El Código Ético hace referencia a la libertad por parte del dentista de aceptar o rechazar la atención a un paciente, siempre y cuando no esté en peligro la salud de éste o no se incumplan otros aspectos del código ético, cuando se le impusieran tratamientos que considera que no se encuentra suficientemente capacitado para resolver o bien no los considera, bajo su criterio científico, los más adecuados para ese paciente. También se hace referencia al derecho que asiste al dentista de rehusar la atención a pacientes cuando le impusieran el uso de materiales, laboratorios de prótesis o cualquier otra condición que no considera adecuados. Si se acepta trabajar con materiales o próte­sis de baja calidad, no sólo se están vulnerando varios artículos del Código Deontológico, sino que se puede dar la circunstancia de tener que responder legalmen­te de un trabajo deficiente realizado con plena consciencia, ya que el paciente tiene derecho a una atención odontológica de ca­lidad científica y técnica, y el dentista tiene la responsabilidad de prestársela

Hay que recordar que en la actividad profesional del dentista, sus actos no están dirigidos a ningún “cliente”, su campo de acción se desarrolla en el ámbito de la salud y se presta un servicio a los PACIENTES que buscan soluciones para preservarla, recuperarla o mejorarla, y por lo tanto, el dentista no está vendiendo productos, materiales,  ni marcas comerciales. El dentista debe disponer de completa libertad profesional y gozar de las condiciones técnicas y morales que le permi­tan actuar con plena in­dependencia y garantía de calidad.

Si se analizan algunas publicidades que se están realizando actualmente por algunas clínicas dentales, se puede inferir que hay objetivos más importantes que la salud y el bienestar de sus actuales y futuros posibles pacientes. Estas publicidades, en las que se incluyen marcas comerciales, precios por determinados servicios, prestaciones gratuitas, garantías de por vida, etc., de alguna manera hacen que la población a la que va dirigida interprete solo el aspecto de la venta de productos y no de un servicio de salud, infringiendo los artículos 39 y 55 del Código Deontológico.

El profesional que colabore o sea asalariado no debe caer en la imposición de los criterios mercantilistas de clínicas que invierten lo mínimo en salarios y materiales y derivan gran parte de su presupuesto a la publicidad y marketing, todo ello puede conducir a realizar sobretratamientos o tratamientos de calidad, cuanto menos dudosa, de los cuales es responsable el profesional que los realiza.

Por otro lado, es obligación del dentista mantener las instalaciones ade­cuadas a su dignidad profesional y al respeto que los pacientes me­recen, debiendo contar con los medios técni­cos necesarios para dar una buena calidad asis­tencial. En todo caso, como mínimo, deberá cumplir con las norma­tivas que la legislación establezca al respecto. Por ello se debe evitar trabajar en clínicas que no reúnan los requisitos mínimos marcados por la normativa vigente, especialmente cuando el dentista actúa como “responsable sanitario” del centro.

También se está incurriendo en una falta al Código Ético si se facilita el uso de la consulta o se encubre de alguna manera  a quien, sin poseer la titulación y colegiación correspondiente, se dedica al ejercicio ilegal de la profesión. Con relativa frecuencia se contrata a los dentistas más jóvenes para que asuman el cargo de “responsable sanita­rio” necesario para legalizar la clínica y permi­tir que otras personas no habilitadas para tra­bajar como dentistas lo hagan. En el caso de que el dentista sospeche que esto ocurra, lo razonable sería dejar la clínica, darse de baja como responsa­ble sanitario y poner los hechos en conocimiento del Cole­gio.

Como ya se ha comentado anteriormente, el modelo de clínica en el que el dentista es el propietario está dejando paso al modelo en el que la mayoría de profesionales van a ser asalariados y que trabajen en cadenas mercantiles o franquicias, pero ello no debería de ir parejo a publicidad engañosa, objetivo primario mercantilista, contratos y formas de retribución abusivas para el dentista, sobretratamientos para los pacientes o que las decisiones clínicas sean revisadas y valoradas por un comercial.

Imagínese que asume el papel de paciente, y acude a una clínica en la que se le propone un tratamiento por parte de un comercial, se le vende, con muchas garantías, se le endosa una financiación y el dentista hace el trabajo, con mayor o menor éxito y cuando no funciona el tratamiento, las garantías tenían letra pequeña….., no estaban cubiertas…., o todavía peor, la clínica ha cerrado y todos los que allí trabajaban se han esfumado….  ¿que opinión le merece?………..Pues esta es una situación bastante habitual.

stocktvault.com by Jack Moreh → in Medical
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Una última reflexión; nuestra profesión será en el futuro lo que se haga en el presente, hay muchos agentes externos implicados en la toma de decisiones, pera cada uno de nosotros estamos implicados y somos responsables del presente y futuro de la profesión odontológica, por ello sería interesante responder a la pregunta ¿Qué puedo hacer yo por ésta profesión?….y tratar de llevarlo a la práctica.

 

¿Por qué cada vez hay más clínicas dentales?

Cualquier ciudadano de a pie tiene la percepción de que cada vez hay más clínicas dentales. Sin duda dicha percepción es real pero con matices.

Es cierto que ha habido un muy importante número de aperturas de clínicas cuyos impulsores han sido empresarios pequeños y medianos así como grandes empresas. Sin embargo también hay que tener en cuenta los traslados de algunas clínicas tradicionales.  Muchas de estas consultas, que hasta ahora estaban ubicadas en pisos, han decidido mudarse a bajos comerciales ya sea para  ampliar sus instalaciones o para mejorar su visibilidad y poder optar a tener nuevos pacientes.

Al mismo tiempo tampoco debemos olvidar otra vía como el cooperativismo dental. Es decir varios profesionales con distintas dedicaciones odontológicas que deciden unirse para crear una nueva clínica si bien es cierto que proporcionalmente el número no es muy destacable en comparación con los anteriores casos citados.

Publicidad y otros asuntos de actualidad colegial por Enrique Llobell

En  diciembre, os hablé de publicidad ilegal, por falsa o engañosa. Os decía que de acuerdo con la nueva ley de productos sanitarios 10/2013, artículo 78-apartado 6, “no podrán ser objeto de publicidad destinada al público los productos sanitarios que estén destinados a ser utilizados o aplicados exclusivamente por profesionales sanitarios”. Desde entonces, y aunque los resultados no han sido rápidos como sería deseable, ya hemos logrado la retirada y reformulación de un relevante número de anuncios. Terminaba diciendo “ya veremos que inventan”….
Pues bien, ya han inventado. Están utilizando un sistema de publicidad engañosa, que ya dirán los jueces si es falsa o si es una estafa. Consiste en anunciar un producto por seis veces menos de lo que finalmente van a cobrar.
La primera consecuencia es que el ciudadano, que ya nos ve caros porque está acostumbrado a la sanidad gratuita, ahora, además, nos ve como timadores. Las denuncias están puestas, pero ya sabemos que la peor injusticia es una justicia lenta, y la nuestra no es que sea muy rápida.
Por cierto, que acabamos de ganar a Vitaldent el juicio sobre la campaña “haz las paces con tu dentista”. Juicio que ha llevado el Consejo General pero que no olvidemos que se inició a instancias del Colegio de Valencia y luego nos retiramos para que lo llevase el Consejo por tratarse de un asunto de competencia nacional. La sentencia está recurrida.
Para combatir este nuevo sistema de publicidad de venta a trozos que ofrecen esos comerciantes,vamos a destinar una parte importante de dinero a una campaña de contrapublicidad, que comenzaremos en septiembre. Antes de iniciarla realizaremos un documento explicativo que podréis poner vuestras salas de espera y entregar a vuestros pacientes para que lo difundan.
Con los intrusos tenemos una pelea parecida. Últimamente pedimos al juzgado medidas cautelares contra Molaris Dental, y el juzgado nos contestó que no, que cuando se celebre el juicio ya veremos. Es decir, yo mañana me cuelo en el juzgado y me pongo a celebrar juicios y a poner sentencias y cuando vengan a tirarme, les diré que “ya se verá en el juicio dentro de dos años”. Y mientras, a ejercer de juez. Pero no lo hemos dejado ahí, también solicitamos su cierre a Sanidad pero seguimos a la espera.
En la revista colegial de este mes de julio publicamos unas interesantes estadísticas de la Universidad de Valencia. En relación con ellas y según el último informe del Consejo General, seguimos siendo el Colegio profesional con mayor paro de toda España, triplicando el índice del siguiente. Nos queda el consuelo de pensar que somos los primeros en todo, en lo bueno, y en lo malo.
También aprovecho para recordaros otros asuntos tratados en la Asamblea General Ordinaria del ICOEV, como la decisión de prorrogar un año más el pago de la cuota del Consejo por parte del Colegio, 140.000 euros que no repercutimos en vosotros.
Además cabe reseñar el cambio de presidencia en el Consejo General, con el indiscutible triunfo del Dr. Óscar Castro Reino, presidente del Colegio de Murcia.
Mucho más divertidos, han sido los actos del Centro de Estudios, como la reunión de Alicante y el acto de clausura.

Un saludo a todos/as

 

Enrique Llobell

Presidente

La Odontología, ¿una profesión sanitaria? por Enrique Llobell

Para algunos, es una pregunta absurda. Una profesión que trata de cuidar el cuerpo humano es siempre una profesión sanitaria. Sin embargo, muchos creen que la odontología está a punto de morir como tal, dando paso a una nueva y floreciente profesión mercantil, exenta de calidad sanitaria.

Expuesta en una gráfica, la calidad de la odontología en España tuvo siempre un sentido ascendente, con odontólogos primero y estomatólogos después, que se han distinguido y han sido distinguidos internacionalmente.

En la actualidad siguen existiendo grandes profesionales, pero son una minoría en relación con el volumen de dentistas actual. Por supuesto que hay culpables directos de esta mercantilización.

En primer lugar, la Comisión Nacional de la Competencia, auténtica desgracia para cualquier profesión autónoma, formada evidentemente por un grupo de incompetentes en las profesiones sanitarias, que entienden de números siempre que favorezcan a grandes empresas, pero les importa un pito tanto el profesional independiente como la salud del paciente. Al autorizar las visitas gratuitas, los tratamientos gratuitos y los tratamientos por debajo de coste han destruido la calidad asistencial, además de deteriorar la tan necesaria relación de confianza entre el profesional y el paciente. El director de una de las empresas más favorecidas por estas actuaciones no tuvo empacho en reconocer, en unas recientes declaraciones, que su empresa supera los 400 millones de euros de facturación anual (recordemos 64.000 millones de pesetas, por si tenemos que volver a  ellas), gracias a la permisividad española de cualquier tipo de publicidad. Da igual que sea denigrante para la profesión que engañosa para el paciente, aprovechándose de un pueblo, como decía recientemente Luis Antonio de Villena «básicamente inculto» y que yo corregiría «básicamente, intencionadamente y recientemente abocado a la incultura» porque, y aquí no le corrijo una coma, «los que menos valen guían a los que valen más». Además, a estas franquicias o multinacionales del diente, se les han dado una serie de ventajas absolutamente prohibidas en países como Francia o Alemania, lo que no les permite abrir sus locales comerciales en los principales países de la Comunidad Europea, y por ello no tienen más remedio que ir a destruir la profesión a otros países con odontólogos menos afortunados, menos unidos, o con menor capacidad de presión como Polonia.

En segundo lugar, la increíble voracidad de las aseguradoras, empresas mercantiles que están perdiendo cuota de mercado en la medicina debido al ahogamiento económico de los españoles que prefieren cada vez más la seguridad social, y han visto la solución de sus problemas en el mercado de la odontología, lanzándose a por él siguiendo el camino de las franquicias y olvidándose que son aseguradoras. En sus empresas dentales, pongamos por ejemplo las emergentes clínicas que se montan hoy en día entre los calcetines de los grandes almacenes, y que pronto se montarán en las hamburgueserías o mercadillos, el asegurado de la compañía no tiene ningún seguro dental. Me explico: el asegurado en cualquiera de estas compañías cree que su seguro médico le da además una cobertura dental, y esto no es cierto, ya que no le asegura nada en su boca, únicamente lo deriva hacia una consulta propia en la que tendrá que abonar un precio por su tratamiento, en muchas ocasiones superior al que tenía con su dentista habitual. Así nos encontramos con un mercantilismo en el desglose de la factura, pongamos por ejemplo, de un implante dental: honorarios de cirujano, de enfermera, material utilizado en la cirugía, y hasta los gastos de agua, luz, teléfono del local. Nos incrementarán la factura de ese implante anunciado, inicialmente a X, hasta llegar a 8 o 10 veces esa cantidad. Digámoslo más claro, es como si te anunciasen el coche por un precio inicial y tuvieses que añadirle el motor, las ruedas, los asientos y un sinfín de cosas más.

En tercer lugar, el propio Gobierno, y me da igual el color que tenga, porque nunca ha protegido la profesión, ha hecho oídos sordos a nuestras quejas, ha favorecido la creación de facultades privadas y la masificación de la profesión en contra de todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. Y llevándonos a la cola y al culo de Europa en la formación de especialistas, pues ya somos el único país de la Comunidad Europea que carece de ellas y no parece que haya ninguna prisa por desarrollarlas, si bien en la Comunidad Valenciana tenemos muy adelantado un proyecto independiente para la creación de las mismas, que para algo tienen que servir las maltrechas autonomías.

Al igual que para salir del hoyo  en que algunos nos han metido se pide la reforma de la Constitución (yo personalmente empezaría por la amnistía fiscal de 1991), nosotros sólo pedimos estar a la par con los principales países de la Comunidad Europea, es decir, establecer límites para el número de estudiantes de odontología, como ya se hizo en Medicina y abolir esas normas de economía barata en que se permite regalar la radiología, o la higiene bucal entre otras, denigrando la profesión de higienista dental a cero absoluto y realizar otras tantas tropelías. He leído en varias ocasiones que en cultura estamos volviendo a la Edad Media, y yo he dicho en otras tantas que si no cambiamos, pronto seremos superados por los odontólogos del tercer mundo. ¡Basta ya!

Salvemos la Odontología por Mar Fernández

Hace un par de meses se creó esta página en Facebook. Todo comenzó por la orla de la ultima promoción de una universidad privada, donde aparecen 400…¿odontólogos? ¿futuros parados o explotados?. He perdido la cuenta de todas las facultades que hay. ¿Eran necesarias? ¿Y tantos alumnos por curso?

Esta página comenzó con un clamor general por los números clausus, algo evidentemente necesario desde hace tiempo y que inexplicablemente no llega. Los compañeros que trabajan en el extranjero, nos comentan que se empieza a poner en duda la formación de nuestros odontólogos, y publican en el muro artículos donde se critica la gran cantidad de licenciados que salen cada año en nuestro país. Es fácil de entender que en una clase de 400 ¿Cuantos tallados, endodoncias y extracciones habrá hecho cada uno? ¿Nadie regula esos planes de estudio?

 

El exceso de plazas universitarias, un lucrativo negocio para unos pocos…y otra burbuja que nos va a explotar.

Los intermediarios. Otra lacra que tenemos que soportar. Seguros, franquicias….Qué decir que no se haya dicho ya. Los recién licenciados con poca experiencia y difícil panorama laboral acaban trabajando para ellos. Aceptando contratos abusivos. Pronto la mayoría seremos mileuristas a sueldo de estas empresas. Mientras los avances tecnológicos y la especialización nos permite dar unas soluciones fantásticas tanto a nivel funcional como estético a nuestros pacientes… Cada vez veo más ofertas de productos cutres y tratamientos de dudosa calidad/ética, todo por ser el más barato, el más rentable. Los gestores de estas empresas sólo entienden de rentabilidad, no les hables de las necesidades del paciente, del tratamiento más fiable y duradero, menos molesto y con menos complicaciones, … eso a ellos no les preocupa.

El intrusismo. Es alucinante el descaro de algunas personas. Triste la lentitud de nuestra justicia. Y desesperante lo barato que les sale, con lo que vuelven a reincidir pues han rentabilizado de largo el engaño. ¿Conseguiremos que se endurezcan las penas?

Y lo más preocupante de todo: La deslealtad. ¿Qué está pasando? Es triste ver cómo cada vez más “compañeros” (por decir algo) tiran los precios por los suelos intentando captar pacientes. Desprestigiando su trabajo y el de los demás dentistas.

Un  buen trabajo, realizado por un profesional cualificado, con unos materiales de calidad y en unas condiciones de higiene y esterilidad adecuados, tiene un precio.

En estos tiempos difíciles, hay compañeros que han apostado por la calidad y honestidad a pesar de que han visto que con ello sus beneficios disminuían. Me quito el sombrero ante ellos y desde aquí les felicito por su tesón y buenhacer. Les animo a seguir así. Sé por experiencia que a veces es complicado, pero la satisfacción interior de estar haciendo las cosas bien, queda,  y nos da energías para seguir sonriendo y luchando.

Otros compañeros se han decidido por la publicidad masiva (es evidente que lo del boca a boca no les funciona, o que han apostado por un modelo de clínica donde necesitan más de lo que dan).

Y algunos …,  por ponerse  a la altura de las franquicias y seguros que sabemos que usan la política del engaño. Daña a quien lo hace, pero también nos desprestigia a todos. En una época de crisis donde al paciente le cuesta gastarse el dinero, deberíamos ofrecer buenos tratamientos, duraderos y fiables por los que merezca la pena pagar. Y no jugar al engaño de «te doy esto gratis, y te coloco esto que me cuesta poco porque es de mala calidad pero tú no lo sabes y del margen que me queda me cobro las dos cosas».  ¿Donde se ha visto que la gente acuda con un cupón de descuento al ginecólogo/oftalmólogo/pediatra? Los últimos que he visto venían en la bolsa del pan. ¿Ese es nuestro lugar? Cuponcitos de descuento recortables… Las clínicas parecen cada vez más un zoco donde te regatean los presupuestos y el paciente quiere decidir lo que necesita y lo que no. Me molesta mucho la situación, pero tengo claro que los pacientes hacen lo que ven. Si ven posibilidades de descuentos del 90% ¿No es normal que estén confusos?

Así que ¿De quién tenemos que salvar la odontología? Necesitamos un cambio de rumbo, escuchar menos a los publicistas y gestores que hemos incorporado a nuestra plantilla. Y comportarnos como profesionales de la salud. La elección del profesional debe ser un acto de confianza y respeto. Por tanto, busquemos la excelencia, preocupémonos por dar al paciente la mejor solución a su problema, seamos buenos profesionales y respetémonos.

Hemos de alejarnos del mercadeo y la carrera del más barato pues eso nos llevará a la miseria profesional.

Debemos valorar nuestro trabajo y el de nuestros empleados y colaboradores. De esa forma también lo valorarán nuestros pacientes.

Y finalmente, debemos retomar las batallas perdidas y unirnos para volverlas a luchar. Ahora somos muchos más y la situación ha cambiado. Presionemos a las personas con competencias para pedir y legislar, para  que  frenen este despropósito. El prestigio de nuestra profesión está por los suelos. La salud bucal de la población lo está sufriendo ya.

Mar Fernández es vocal de la Junta de Gobierno del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de Valencia (ICOEV).

La doble crisis por Enrique Llobell

Acabo de leer un artículo en el que la Villa y Corte se hacen eco del problema que venimos sufriendo los odontólogos de provincias en toda España. Lo que está sucediendo en casi todas las profesiones es realmente lamentable, y un problema debido no sólo a la crisis si no a la falta de previsión. Los odontólogos, como he dicho en numerosas ocasiones, sufrimos la doble crisis, la general y la nuestra particular debida al increíble exceso de facultades de odontología, exceso abanderado lamentablemente por Valencia con cuatro facultades, la pública, el CEU, la Católica y la Europea de Madrid. Con casi 400 odontólogos nuevos cada año y sin posibilidades de trabajo para ninguno de ellos, sólo podemos presumir de ser los que más odontólogos exportamos, ya que somos los que mayor número de parados tenemos de toda España. No me alegro de que Madrid empiece a sufrir este problema, pero si que me alegro de que por fin se publique en un diario de tirada nacional, y de que el Consejo General de Odontólogos y Estomatólogos de España del que dependemos todos, haya creado en febrero una Comisión que se ha dirigido al Ministerio para solicitar el llamado “numerus clausus”, es decir la limitación del acceso a las facultades de odontología de toda España, y principalmente de las de Valencia.

Esto no es nuevo, ya había sido solicitado anteriormente por Sociedades Científicas como la de La Historia de la Odontología y por colegios profesionales de provincias como Las Palmas, Euskadi o Valencia.

Recuerdo la sentada de madres en la facultad de medicina y odontología de Valencia, en 1971, solicitando que no se pusiese el numerus clausus, que todos tenían derecho a hacer medicina si tenían vocación. Somos un país de derechos y vocaciones, y por eso nos encontramos en 1980 con más de veinte mil médicos que ocuparon plazas de oficinistas, albañiles, constructores, y hasta un compañero mío ya jubilado pasó su vida de médico vaciando contenedores en un camión de basura por un sueldo muy superior al de un adjunto de hospital. En odontología pasará igual, porque ya hemos llegado tarde. Nuestros gobernantes dijeron que ganábamos mucho, y con la excusa de la mejora de la asistencia al ciudadano, decidieron que debían salir más odontólogos en España que en el resto de Europa. Los españoles vamos a tener la boca más sana de toda la Comunidad Europea, debió ser el slogan. Sin embargo, la realidad es diferente.

Ni tenemos la boca más limpia ni la mejor calidad en la asistencia. Pero si que tenemos los sueldos más bajos, puedes encontrar un odontólogo por 600€ al mes, y somos campeones en franquicias, extraños seguros dentales, intrusismo y paro. Y no hablemos de la picaresca, los falsos especialistas, etc, todo ello adobado por la permisividad de unas campañas publicitarias denigrantes y engañosas. Si actualmente sobran en España 12.000 odontólogos de los 28.000 colegiados, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la previsión para el año 2020 es que sobren 24.000. Tiempo al tiempo, y mientras tanto, los lunes, al sol.

 

El peligro de convertir la salud en un negocio de inversores

Recientemente leíamos en la prensa que la multinacional Vitaldent ha logrado más de 34 millones de euros de beneficios (un 15% más) el pasado año y que prosigue su expansión en Italia  y Polonia con la apertura de nuevos centros. Sin duda se trata de una buena noticia pero ¿para quien? La respuesta se antoja obvia, sus inversores son los verdaderos beneficiados de esta noticia. Y es que en este caso la relación salud-negocio es más que clara. Este modelo de negocio-salud-inversor no solo es aplicable a esta conocida multinacional sino también a los seguros que en los últimos años han acelerado sus procesos de crecimiento.

En ningún momento ocultan su objetivo que no es otro que hacer negocio, expandir su presencia y ante todo lograr cada vez más beneficios. Una visión muy alejada y de difícil casamiento con los objetivos de la medicina y la preocupación por la salud de los pacientes.

La lógica manda y cuando alguien antepone la obtención de rentas y beneficios para sus inversores es obvio que por algún lugar hay que recortar y precisamente estos recortes deben proceder de algún sitio. Las numerososas quejas de pacientes y profesionales sobre sus métodos y sobre todo la lógica nos hace pensar que la maximización de estos beneficios puede ser a costa de la seguridad de los pacientes y de la estabilidad laboral profesionales de la Odontología.

¿Cómo se pueden lograr estos beneficios? Con bajadas de precios, múltiples ofertas, gratuidades y publicidad. ¿Y cómo se logra obtener beneficios a pesar de hacer una gran inversión en publicidad y ofrecen bajadas de precios y múltiples prestaciones gratis? Pues bien la razón nos indica que sólo hay un camino: reduciendo costes de producción. Y ‘el ABC’ de las multinacionales y el sentido común indica que ese camino pasa por bajar la calidad de los materiales utilizados y reducir al máximo los salarios de los profesionales vinculándolos a producción. Es decir que cobran más cuantos más tratamientos prescriban y realicen.

Ello establece una relación negocio-salud que resulta perversa ya que va en contra de los principios de la medicina. Unos principios, los defendidos por este colegio profesional y sus colegiados ya que lo primero es la salud de los pacientes y el camino para llegar a ella pasa por la profesionalidad y la preponderancia del criterio médico frente a valores puramente comerciales propios de otros sectores no sanitarios. Unos valores los de la medicina tradicional que son los que defienden los profesionales de a pie, los dentistas con referencias, los de consulta propia de toda la vida o los que con mucho esfuerzo la han montado en los últimos años. En definitiva, los que luchan para salvaguardar su clínica frente a esta competencia en desigualdad de condiciones y se preocupan realmente por la salud de sus pacientes.

La contraposición de conceptos es clara: servicio médico de salud con criterio clínico (medicina tradicional) y por el que se obtiene unas compensaciones económicas frente a una salud vista como un negocio gestionado por multinacionales o aseguradoras que a su vez están dirigidas por meros gestores o economistas cuyo único objetivo es satisfacer el deseo de enriquecimiento de sus inversores.

Por ello, la pregunta a la ciudadanía es clara en una cuestión tan vital como la salud: ¿En manos de quién pondrías tu boca?, ¿En firmas que buscan beneficios sin tapujos y a toda costa? o ¿en las del profesional que defiende los valores de la medicina?.

¿EN MANOS DE QUIEN PONDRÍAS TU SALUD BUCAL??

 

¿Por qué Santa Apolonia es la patrona de los odontólogos?

Muchas personas se preguntarán porqué Santa Apolonia está considerada como la patrona de los odontólogos. Pues bien como en tantas otras tradiciones, la respuesta la encontramos en la historia. Concretamente en la vinculada al cristianismo durante la época romana. Eran tiempos de activas persecuciones religiosas y de mártires por la fe cristiana. Bajo el mandato del emperador Filipo El Árabe, la premisa era perseguir, represaliar y torturar a los cristianos y así se hacía en Alejandría (parte oriental del imperio). Pues bien en unas de esas acciones de ataque sobre los cristianos (en el año 249, siglo III D.C), los soldados capturaron a Apolonia, una mujer virgen de avanzada edad y la torturaron con el objetivo de que se arrepintiera de su fe cristiana, pronunciase blasfemias contra Jesucristo y adorase a los dioses paganos. Sin embargo, ella se negó y padeció la ira de la turba alejandrina. En uno de los crueles golpes perpetrados con martillos que sufrió perdió buena parte de sus dientes y los restantes le fueron arrancados como tortura. Su perseverancia en defender la fe enojó más a sus atacantes y éstos la amenazaron con la hoguera pero Apolonia no se amilanó.

Momentos antes del final pidió a sus torturadores que le soltaran las manos haciéndoles pensar que iba a reconsiderar su decisión. Sin embargo y para sorpresa de los soldados, ella misma se lanzó al fuego (según San Agustín por deseo del Espítitu Santo) de la hoguera para no renunciar a su religión. Dicen los escritos que mientras Apolonia estaba bajo el fuego espetó a los presentes que cuando sufrieran de problemas y dolencias dentales, invocaran su nombre, pues ella intercedería ante Dios para aliviar sus penas. Sin embargo, la leyenda no se queda ahí y asegura que Apolonia no se quemó y permaneció con vida dentro de la hoguera (protegida por Dios), razón por la que finalmente optaron por degollarla para darle muerte. 50 años después Apolonia se convirtió en Santa Apolonia ya que fue canonizada por su entrega y abnegación cristiana.

Años más tarde su figura cayó en el olvido y no fue hasta el  siglo XIV cuando vuelve a emerger en la liturgia católica. Desde entonces es a ella a quien se la invoca contra el dolor de muelas y es considerada como la patrona de las enfermedades dentales al tiempo que de los odontólogos. La iconografía de Santa Apolonia se representa con unas pinzas que sostienen un diente o con un collar en el que pende un diente de oro. Su festividad se celebra el 9 de febrero.

Alerta de posible fraude con el anzuelo de Páginas Amarillas

Tras la denuncia de un odontólogo con clínica en Valencia, el Icoev quiere comunicar y alertar a sus colegiados y al resto de la ciudadanía de la existencia de un posible fraude así como el turbio modus operandi que utilizan ciertas empresas de publicidad y anuncios que mediante engaños y abusando de la buena voluntad de los profesionales intenta facturar y cobrar cantidades económicas por un servicio que no corresponde al prometido.

Con el gancho de las conocidas Páginas Amarillas, las citadas empresas se ponen en contacto con la clínica y asegurando ser de esta conocida marca preguntan si la clínica quiere renovar su anuncio. Para no despertar dudas ofrecen la misma tarifa que el cliente pagó el anterior año con Páginas Amarillas (tienen conocimiento del precio oficial de los anuncios). Si es así solicitan el ingreso de la cantidad mediante transferencia bancaria a una cuenta propia. Sin embargo, si el cliente descarta ‘renovar’ ese anuncio por sospechar (como fue el caso denunciado) la operadora asegura que el cliente tiene pendiente de pago la inserción oficial del año anterior. Incluso y aunque el titular de la clínica se niegue en ese momento a abonar dicha cantidad por un servicio no prestado. Posteriormente se les envía una nota emulando una factura con el importe aportando datos muy básicos (seguramente los que se incluyen en el anuncio) y sin que ni siquiera se incluyan otros fundamentales para una factura oficial como es el caso del CIF de la clínica.  A pesar de las negativas de pago, estas firmas que aseguran ser del sector de la publicidad siguen insistiendo en reclamar esa supuesta deuda que nunca existió para hacer caja a costa del cliente que nunca contrató sus servicios. No en vano si el titular de la clínica les reclama el contrato que él pudiera haber firmado sobre ese anuncio-publicidad no obtiene respuesta alguna ya que obviamente no existe tal.

Además y si el cliente descubre que realmente no se trata de Páginas Amarillas como inicialmente le habían dicho, las firmas juegan con la ambigüedad y asegura que ellos comercializan un producto llamado con una marca o denominación muy similar a la conocida por todos (utilizando algunas de las palabras de la marca ‘Páginas Amarillas’ junto con otras) que obviamente nada tiene que ver con las populares Páginas Amarillas y donde sostienen que allí se publica tal anuncio.

Por todo ello, y ante las obvias malas artes de este tipo de empresas y de cualquier otra que utilice modus operandi similares, se recomienda rechazar el anuncio si no está plenamente certificada la legitimidad de la marca y del gestor comercial, en este caso de Páginas Amarillas. (Tras la llamada conviene llamar al número oficial de Páginas Amarillas para comprobar la autenticidad de la llamada).

En el caso que opten por reclamar  una supuesta deuda correspondiente al año anterior se recomienda no pagar en ningún caso y reclamarles el contrato firmado por el titular de la clínica en el que acepta la prestación de dicho servicio. Como obviamente éste no existe, ello debería ser suficiente para acabar con la estafa pero si aún así persisten el camino no es otro que amenazar con una denuncia y poner el caso en manos de un abogado, cosa que obviamente acabará con los intereses recaudatorios y posible fraude de estas firmas.

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